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Literatura.- La Casa de Colón acoge la presentación del libro de Nadia Jiménez "Es el Tiempo. Relatos de otros Viajes" (recursos y total).


 

Nadia Jiménez presentó este pasado miércoles en la Casa de Colón su tercer libro, 'Es el tiempo', de Mercurio Editorial, un conjunto de relatos cortos de viajes como continuación de 'Dátiles por la vereda'. Nadia Jiménez (1968), vuelve a asomarse a la memoria como único refugio, convencida de que el tiempo jamás pesa, "simplemente es". "El tiempo es un lugar al que viajar, porque viajar y recordar van unidos al tiempo", señala la autora en esta entrevista. A lo largo de más 100 destinos por todo el mundo, la escritora canaria sugiere que "el olvido tiene buena memoria" por eso "el tiempo es de quien se lo toma para vivirlo". Nadia Jiménez es hija del poeta Juan Jiménez y de la pintora María Castro, a quienes dedica 'Es el tiempo'.         

‘Es el tiempo’ se concibe como una continuación de ‘Dátiles por la vereda’ (2022). De nuevo los personajes con los que la autora compartió cada viaje, se transforman en portadores de la memoria, a la que parece aferrarse para superar deslocalizaciones humanas como las que nos tocó vivir durante la pandemia. “Mi relación con esos personajes, que son reales, se aborda sin arrepentimientos, aunque el alma, que es tan dada a la nostalgia, contradiga a la cabeza. Los textos fueron escritos en especiales circunstancias con la convicción de que los efectos de la pandemia iban a perdurar…, en el tiempo. Con las palabras acerca de aquellos viajes, me asomó de nuevo a la memoria como único refugio. Al menos, mientras se mantenga despierta frente a cánones establecidos que tratan de que olvidemos algo que fue un shock, que entró en nuestras vidas y del que quizá tardemos en sacudirnos”.         

Ambos libros de Jiménez, incluso con el intervalo del segundo (‘Ucrania sin cielo’, 2022), recrean una ligazón globalizadora con más de 100 destinos por casi todo el mundo, en la que no importa religión, cultura o raza. Si acaso solo pesa el tiempo.     

“No creo que el tiempo pese. El tiempo, simplemente, es. En realidad, el tiempo es un lugar al que viajar. Cualquier viaje es válido para disfrutar del tiempo, para deslizarse sobre sus agujas. Viajar y recordar van unidos de pies, manos y alma al tiempo. Yo dejo constancia de ese hecho en la dedicatoria a mis padres, el poeta Juan Jiménez y la pintora María Castro, ‘autores de mi primer y más largo viaje’, sostiene la escritora grancanaria.        

Según comenta, durante el largo del proceso creativo de ‘Dátiles por la vereda’ y ‘Es el tiempo’, se alineó con la vitalidad. “Aposté a ciegas por la felicidad. Me incliné por disfrutar de la certeza de que allá donde sea cada viaje, te hallas donde te pertenece. Puedes viajar sin volar. A mí me pasó (y así lo cuento) delante de una taza de cacao caliente, en París, en la que había dibujados tres elefantes en caravana. Se trataba de una pequeña chocolatería de la Isla de San Luis, con puertas de madera azul Occitane y cuarterones de cristal, llena de personajes en las paredes que te observaban a cada instante. Era una vuelta al mundo en 80 días que nos brindaban Sylvie y Varina, una francesa y otra srilankesa. ‘La charlotte en île’, era un alma llena de aromas”, rememora.         

Para la autora “el olvido tiene buena memoria, lo mismo durmiendo en una taza que flotando en un aroma. Regresamos a cualquier destino con un simple ruido o enrollando las páginas de un libro. Estoy convencida de que la felicidad es algo tan simple como una taza de chocolate, de la que siempre se nutre el deseo”.         

Su padre decía en un poema: “Vivir es lo único cierto”. Quizás por ello Nadia Jiménez entiende que “el tiempo es de quien se lo toma para vivirlo. La vida se vive mientras se está viviendo. Sin perderse nada. Incluso durante el confinamiento fuimos capaces de recuperar las horas de la memoria, como un rumor en el aire o "como lágrimas en la lluvia”, como decía Nexus en ‘Blade Runner'.  

Nexus es un personaje fascinante que juega con nuestros sentimientos más profundos y vitales amparándose en la memoria del tiempo. Rutger Hauger borda el papel; me gusta más que Harrison Ford (risas). Su discurso, al final de la película, es esperanzador: “Yo he visto cosas que ustedes no creerían. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad, cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir…”. Por eso digo vivir siempre y resulta paradójico que sea un androide, ahora que tan en boga está la inteligencia artificial, el que nos recuerda nuestra razón de ser”, añade.         

Si tuviera que definir un destino favorito en ‘Es el tiempo (relatos de otros viajes)’ lo haría vinculando los destinos a una sensación. “Belén huele a pan recién hecho; Florencia esconde el hocico desgastado de un jabalí que trae suerte; la casa del gran poeta Cesare Pavese en Turín me conmueve porque escucho su voz cuando toco su escritorio. En Londres pisé y pisé decenas de veces el paso de cebra de Abbey Road; y en la plaza de La Verónica de Setúbal aprendí la heroicidad de unos navegantes que salvaron su vida gracias a los delfines”, concluye la escritora. 


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